viernes, 2 de diciembre de 2011

Poniéndonos al día

Y sí, ante los caprichos caprichosos de las EII, el miércoles pasado salí de mi segunda internación.
Mi gastro de cabecera, la Dra. G. Malanga, un sol de persona y excelente profesional, con una mano en el corazón me derivó al Hospital Udaondo, porque mi caso excedía a sus conocimientos y posibilidades. Qué importante, ¿no?: Dejar de lado el orgullo y decir "hasta acá sé, más no puedo hacer, pero te dejo en buenas manos". Pautamos una consulta con la Dra. Bellicoso en el hospital, el jueves 17 temprano por la mañana. Después de una charla laaarga y análisis de por medio, me dijo que lo que mejor podíamos hacer era internarme 7 días para hacer todos los estudios diagnósticos de nuevo y administrarme corticoides intravenosos para ver si podíamos controlar de alguna forma este brote que me tenía sufriendo hace meses.
Con todo el temor y el dolor del alma accedí, confiando plenamente en que estaba en el lugar indicado, en el momento justo. Pasé muchas horas en los pasillos, esperando una camilla en la guardia. Recién ingresé a las 22hs. Pasé la noche allí (ayudando al enfermero de guardia, Pablo, a resolver un crucigrama entre control y control, jaja). Por la mañana, más estudios y traslado a la sala, cama 305. Suero, fiebre, antibióticos... luego potasio. Un suplicio. Con el correr de los días, exámenes de por medio, bajones, broncas, llantos, pero una leve mejoría general... la semana se alargó, porque los estudios se posponían por falta de anestesistas... y además el hospital saturado de pacientes, tanto en sala como en guardia.
Sin embargo la atención fue maravillosa. Cada médico sabía a la perfección el caso, todos muy amables y hasta con "buena onda" a pesar de la situación. Las enfermeras (habré conocido unas 10, fácil) muy capacitadas, abiertas a explicar cada procedimiento con extrema amabilidad hicieron que todo fuera menos traumático. Igual no zafé de los pinchazos, 4 cambios de vía, moretones de eparina en brazos y panza, hierro... ufff... de todo. Pero tengo que rescatar el respeto por el paciente, por el cuerpo que tanto duele, porque a pesar de que es inevitable la "invasión", se cercioran de que sea la justa y necesaria, cuidadosa y menos traumática posible. Así fue que, con compañía de mamá (¡gracias a Dios que te tengo cerca, mamucha!) pasé 14 días allí.
El diagnóstico final es C.U., así que quiere decir que estuve mal diagnosticada durante 2 años... y la medicación tampoco fue la exacta. Ahora las consecuencias: dependencia a los corticoides (que estamos tratando de solucionar) y todo lo que ello conlleva, huesos frágiles (de hecho hace un mes y medio que me fracturé el pie, todavía sanando).
Sigo con mi medicación antigua, mesalazina y corticoides (aunque ahora bien dosificados y controlados), pero también sumamos inmunosupresores. Debo reconocer que me da un poco de temor ese tema, pero como decía anteriormente, estoy entregada y con plena confianza en los médicos que me atendieron y sé que no me someterían a algo de lo cual no están concientes que puede llegar a funcionar. Me tengo que cuidar un poco más, evitar infecciones, sol... y lo usual: cero estrés, alimentación acorde. Me esperan controles semanales. ¡Paciencia!
Mi meta es sentirme bien, así que estoy con toda la energía enfocada en eso... todo lo demás se irá acomodando con el tiempo: trabajo, estudio, actividades extra. Tiempo al tiempo y nada de preocuparse por cosas que uno no puede controlar. A mi querida compañera de sala, Isabel... ¡es cierto que el humor cordobés ayuda a sanar! Fue de suma importancia habernos tomado con humor todo lo que pasamos; por suerte las dos salimos de alta el mismo día.
¡Feliz de estar en casa de nuevo! Agradecida eternamente por la atención que recibí. Con muchas esperanzas de que todo evolucione favorablemente. Contenta de haber conocido a gente que pasó por lo mismo y sin ningún inconveniente vino a charlar un rato y compartir experiencias, ¡cuánto bien nos hace poder identificarnos con el otro!





Aquí una foto posiblemente impresionable, pero que expresa fielmente la calidez de la gente que me trató en el hospital público: una vía con autógrafo y carita feliz =)

1 comentario:

  1. Ro, si de colgadas se trata, yo soy la Nº1...está bien que tengo face hace un tiempito, sin embrago a través de esta publicación recién hoy descubro tu blog, y sobre todo una enfermedad q jamás había oído.No pude evitar leer todo el blog de golpe. Tampoco pude evitar emocionarme. Que compartas y exteriorices lo que te pasa, me parece increíblemente digno de admirar. Pero también es cierto que solo vos sabés lo que se siente, por más que uno te diga "te entiendo". Por eso yo no suelo usar esa frase, porque sé que la otra persona me contestaría: "en verdad, la única que me entiendo soy yo". Sos un verdadero ejemplo,Ro! Y tu valentía merece que más de uno se saque el sombrero. Te felicito por la fuerza que le ponés, tus publicaciones cual escritora profesional dan gusto...y lo que más gusto da es leer que detrás de esas palabras hay una mujer con toda la polenta del mundo!!!! SOS UNA GENIA!! Besos enormes! Pau (Mp)

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