viernes, 25 de febrero de 2011

Día 5

Desde el lunes que estoy a dieta y la verdad es que me ayudó mucho. Más allá de que bajé 2kg., no me costó tanto evitar los alimentos "veneno" y lo cierto es que no tuve tentaciones... no sufrí! Madre mía no pudo seguirme el ritmo, pero se preocupó porque en la heladera y la alacena no faltaran aquellas cosas que necesito para cocinar mis comiditas limitadas. Nada de dolor, livianita y con un poco más de energía y mejor ánimo, ¡genial!
Igual esto de los alimentos es raro, hoy una compañera de trabajo me preguntó mientras matéabamos si el mate no me hacía mal. La verdad es que no noto diferencia cuando tomo mate o no tomo... incluso a veces hay alimentos "permitidos" que sí me hacen mal. Mi nuevo doc se asombra de lo mismo. En fin... hay que probar e ir descubriendo de a poco, ¿no?

domingo, 20 de febrero de 2011

No nada

Uhm... entré en pánico. A partir de mañana empiezo dieta limitada de todo, como cuando salí del hospital, sólo por las dudas, a ver si cambia algo. Mi madre, divina ella, propone acompañarme en la restricción... podremos?

sábado, 19 de febrero de 2011

Estoy un apenitas mejor, cansada pero menos dolorida. Esta semana y la próxima me toca pasearme por los consultorios y ver cómo vamos a organizar todo... recetas, órdenes, turnos, preparativos, obra social, farmacia, autorizaciones, uff! Luego los docs aconsejan "no estresarse", "tranquilizarse" y "tomar las cosas con calma", jaja. Veremos cómo me las ingenio.

martes, 15 de febrero de 2011

Un resbalón no es caida?

No me estoy sintiendo muy bien... ya es la segunda semana que todo anda más o menos. Algunos dolores, mucho cansancio (inexplicable, porque recién vuelvo de vacaciones y hace apenas dos dìas que empecé a trabajar, sin grandes exigencias) y malestar, en especial por las mañanas. Si lo pienso en relación al último año y medio, no es grave, porque llegué a sentirme mucho, mucho peor. Sin embargo, también es cierto que tuve momentos en los que estaba muy cerca de sentirme "normal", por lo que este estado me preocupa un poco.
En algunas semanas me toca volver al médico y hacer los estudios anuales, los complejos. También puede ser que eso me tenga un poco ansiosa e interfiera con mis ganas de estar bien. Ojalá se pase pronto, porque este año tengo muchos planes y proyectos y lo cierto es que todo está encaminado para que lleguen a buen puerto... pero como dicen los adultos mayores que me rodean, lo más importante es la salud, y si la "srta. salud" decide no acompañarme plenamente, vamos a estar en problemas.

lunes, 14 de febrero de 2011

Nombre y apellido

"Crohn colónica", dijo mi doctora, "ahora sí tiene nombre y apellido". Por fin. La previa al diagnóstico final fue terrible. Me llevó un año de dolores terribles, malestar, pérdida de peso, decenas de estudios (desde los más básicos a los más complejos), una internación, pero sobre todo angustia. Angustia porque yo me sentía mal y nadie daba en el blanco: "puede ser una bacteria", "algo que comiste", "intoxicación", "un virus", "tal vez seas celíaca", "descartemos un infección", "hagamos otra vez la prueba de HIV". Angustia por no saber qué pasaba... o mejor dicho, lo qué pasaba estaba a la vista: deterioro general de mi salud. Los síntomas, clarísimos. Llegó un momento en el que lo único que espera era que me dijeran, aunque sea, "es un tumor, por fin lo vimos... no sabemos qué hacer, pero lo vimos"... Sí, esperar lo peor, lo más trágico, pero que al menos encuentren algo, algo que explique lo que nadie entiende.
Pero el día llegó: martes 3 de noviembre de 2009, además del nombre completo, venía la otra parte: "es una enfermedad crónica". Sí, para toda la vida. Y no es que la expresión "para toda la vida" me asuste... sólo que cuando se trata de cosas que uno no elige, se vuelve macabra. Un amor, un hijo, un tatuaje, son para toda la vida... a partir de ahora Crohn también. "Cada paciente lo vive distinto, con más o menos complicaciones... y lamentablemente, aunque hagas todo bien, nunca se sabe cómo va a evolucionar". Me desmoroné.  Si toda mi vida tendría que convivir con dolores y náuseas (pensaba), eso no era vida... así no quería. Lloré como hacía mucho que no lloraba.
Y en esta parte entran a jugar la familia, los amigos, los compañeros de trabajo... todas aquellas personas que se asustaron de verme con 10 kilos menos, pálida, a veces verde, con fiebre todo el tiempo... que apenas se enteraron, se acercaron a donar sangre (aunque conseguir de mi tipo era una odisea, dato menor: aquellas personas con las que más afinidad tengo, comparten mi 0- ), a ver cómo estaba, a preguntar cómo podían ayudar, o simplemente a hacerme compañía... nada más ni nada menos.
El tema está en cómo seguir. Aún con incertidumbre, encarando una vida con restricciones en la dieta, medicamentos varios y evitando el estrés. Esto último es lo más difícil, claro...