lunes, 14 de febrero de 2011

Nombre y apellido

"Crohn colónica", dijo mi doctora, "ahora sí tiene nombre y apellido". Por fin. La previa al diagnóstico final fue terrible. Me llevó un año de dolores terribles, malestar, pérdida de peso, decenas de estudios (desde los más básicos a los más complejos), una internación, pero sobre todo angustia. Angustia porque yo me sentía mal y nadie daba en el blanco: "puede ser una bacteria", "algo que comiste", "intoxicación", "un virus", "tal vez seas celíaca", "descartemos un infección", "hagamos otra vez la prueba de HIV". Angustia por no saber qué pasaba... o mejor dicho, lo qué pasaba estaba a la vista: deterioro general de mi salud. Los síntomas, clarísimos. Llegó un momento en el que lo único que espera era que me dijeran, aunque sea, "es un tumor, por fin lo vimos... no sabemos qué hacer, pero lo vimos"... Sí, esperar lo peor, lo más trágico, pero que al menos encuentren algo, algo que explique lo que nadie entiende.
Pero el día llegó: martes 3 de noviembre de 2009, además del nombre completo, venía la otra parte: "es una enfermedad crónica". Sí, para toda la vida. Y no es que la expresión "para toda la vida" me asuste... sólo que cuando se trata de cosas que uno no elige, se vuelve macabra. Un amor, un hijo, un tatuaje, son para toda la vida... a partir de ahora Crohn también. "Cada paciente lo vive distinto, con más o menos complicaciones... y lamentablemente, aunque hagas todo bien, nunca se sabe cómo va a evolucionar". Me desmoroné.  Si toda mi vida tendría que convivir con dolores y náuseas (pensaba), eso no era vida... así no quería. Lloré como hacía mucho que no lloraba.
Y en esta parte entran a jugar la familia, los amigos, los compañeros de trabajo... todas aquellas personas que se asustaron de verme con 10 kilos menos, pálida, a veces verde, con fiebre todo el tiempo... que apenas se enteraron, se acercaron a donar sangre (aunque conseguir de mi tipo era una odisea, dato menor: aquellas personas con las que más afinidad tengo, comparten mi 0- ), a ver cómo estaba, a preguntar cómo podían ayudar, o simplemente a hacerme compañía... nada más ni nada menos.
El tema está en cómo seguir. Aún con incertidumbre, encarando una vida con restricciones en la dieta, medicamentos varios y evitando el estrés. Esto último es lo más difícil, claro...

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